Al llegar a las ruinas de Epecuén, encontramos esta frase grabada en la piedra de un hito.
Cien años son otro hito. Constructores de Fuego suma su arte a este recordatorio. Cien primeros años donde pasaron cosas que dejaron huella y que vuelven en recuerdo, en ecos, en voces y músicas viejas y nuevas, que cambian, pero que nunca se apagan.
Desde los archivos fotográficos las figuras humanas se ponen de pie, con su tamaño real, talladas en madera y cubiertas por el blanco de la sal. Son como fantasmas dichosos que vuelven a poblar con su antigua alegría esas calles, hoy derruidas. Extrañeza: de todos los rincones se va acercando un latir de tambores y bombos iluminados por antorchas. Cerca de las siluetas se encienden pequeños fueguitos, y las imágenes parecen cobrar vida al contraste de la luz. Toda la avenida principal se ilumina. El rojo del atardecer cae hacia el lago. Los tambores, las antorchas y los visitantes acompañan. En la orilla una orquestita típica rescata y toca esas músicas.
Es sábado de carnaval. Detrás de los músicos y los bailarines, semisumergidas en el lago, se recortan las figuras inmóviles de la vieja comparsa de indios. Y ahora vienen marchando una vez más desde la entrada. Se escuchan cascos de caballos reales, y los jinetes son algunos de los que aparecían en la vieja foto, solo que con unos cuantos años más. ¡Otra vez la fiesta es hoy!
Entonces la comparsa de madera toma vida o por lo menos así parece. Es una luz vital, la de un fuego amable que de a poco la abraza. Fuego que calienta e ilumina toda la ruina, que derrama vida y calor. La orquesta no alcanza, los tambores la ayudan, todos los presentes se vuelven bailarines.
Los jinetes y los músicos de pronto se encaminan calle arriba. El pueblo entero está ahí, en plena oscuridad, solo iluminado por los grupos de figuras convertidos en fogatas, elevados en las chispas, vueltos polvo de estrellas. Todos iluminados por ese fuego que nos guía –que está en el camino, en el cielo, en la música– vamos lentamente hacia la entrada y miramos la piedra entendiendo con otra emoción la frase que enmarca.